Se acabó la preparación para los Juegos Olímpicos de Pekin y el último partido de la selección de EEUU no fue un paseo militar. Aunque la victoria no peligró, Australia supo contener el vendaval norteamericano y puso en dificultades al equipo de Mike Krzyzewski. Y eso que la máxima estrella del equipo 'aussie', su único NBA, se ausentó por lesión. Pero aún sin Andrew Bogut, los australianos, posible rival de España en el cruce de los cuartos de final, demostraron ser un grupo peligroso y, sobretodo, muy aplicado. Tenían bien aprendida la lección. En los anteriores partidos amistosos, el grupo de 'coach K' se había exhibido a base de agresividad y velocidad. Australia le aplicó un poco de su propia medicina. Nada más empezar el choque de Shanghai plantó su defensa casi en el medio del campo, presionante, y eso descolocó a los norteamericanos. Nada de sus espectaculares puestas en escena. A pesar de la lamentable y habitual permisividad arbitral, las manos del USA Team esta vez no eran tan rápidas. Les costaba robar y salir volando, no encontraban resquicios suficientes entre la defensa australiana, que también se mudaba en zonas cuando tocaba. Y tampoco el tiro exterior les funcionó a los NBA. Además, cuando Dwight Howard atrapaba el balón debajo del aro, la orden era clara. Falta y a la línea de personal, donde el gigante de los Magic no es precisamente un dotado. Con estas premisas logró Australia incluso dominar el marcador en el primer cuarto (13-17). Sólo la entrada de Wade dio un respiro a los estadounidenses. El segundo acto fue el mejor de EEUU. Con Wade y LeBron a la carga y con un aumento considerable de su presión defensiva, lograron marcharse de 15 puntos al vestuario (44-29). Parecía que el sueño 'aussie' se había acabado, que en la segunda parte recibirían su merecido correctivo. Pero nada más lejos de la realidad. Australia, con descaro, se impuso a su temible oponente en la segunda parte. Cuando faltaban cinco minutos sólo perdían de cinco (69-64). Con los puntos de Bruton, Anstey, Barlow y Newley y la osadía de su jovencísimo base, un sorprendente Patrick Mills, consiguieron despertar las primeras dudas en la selección estadounidense, que cerró su preparación con su victoria más escasa y su peor anotación. Un serio aviso en su camino a la redención. Ahora llegan los Juegos Olímpicos, que disfruten del espectaculo.