Después del simulacro de partidos del pasado jueves, anoche se esperaba con ansiedad el comienzo del all-star de Houston. Tres noches para acostarse cuando amanece y poder disfrutar de las estrellas de la liga. Te guste más o menos el show de la NBA, siempre terminas viendo los partidos, sí o sí. Aunque sean auténticas castañas como la de ayer. Parecía que el nuevo formato del Rookies vs Sophomores de toda la vida, reconvertido al duelo de Barkley vs Shaq, iba a dar un nuevo espectáculo diferente. Pero el encuentro siguió la dinámica de siempre. 38 minutos de juego soso, en el que solo los destellos de Ricky e Irving parecían darle algo de alegría al encuentro, y 2 minutos de concurso de mates improvisado en los que Faried decidió anotar 10 puntos consecutivos, por si quedaba alguna duda de que iba a ser el MVP. Lo más interesante del encuentro fue, sin duda, el duelo improvisado entre Irving y Knight, decimos duelo porque se enfrentaron dos jugadores entre sí, pero la distancia que hay entre el jugador de Cleveland y el de los Pistons es sideral. Irving se marcó un crossover espectacular, dejando a Brandon Knight a medio camino entre el salto para defender el tiro y el desplazamiento defensivo lateral, para terminar en el suelo y anotar. Impresionante esas jugadas, además de… no, no hubo nada más que destacar. Lillard fue un auténtico desastre durante todo el encuentro y Ricky demostró por qué ha sido concebido para esta clase de eventos, con mil y una asistencias de todos los colores. Ganaron los de Barkley porque tenían a los dos jugadores que más en serio se toman estas cosas, Faried, que terminó con 40 puntos y 11 rebotes, y Leonard, ambos muy serios. Ojalá todos los jugadores hicieran estas cosas, seguramente el espectáculo sería muy diferente. Pero ya estamos cansados de repetirlo una y otra vez, habrá que querer a los americanos tal y como son, con sus pros y sus contras (135-163)